miércoles, 31 de mayo de 2023


 

    Recientemente leía el artículo firmado por Irene Vallejo, “El demonio del mediodía”, cuyo contenido y alguno de sus párrafos me ha dado motivo para el título de este post. Dice Irene que hoy en día lo habitual es la atención menguante y saltarina….

Yo añado que lo habitual también es desenvolvernos en la atención estandarizada, y programada, de tal forma que se hacen valoraciones subjetivas justificando una irreal e inexistente objetividad. Así se valoran muchos hechos, escritos, pruebas, exámenes y a personas, sin tener en cuenta que todo acontecimiento necesita de adecuado feedback, haciendo uso de una retroalimentación global que evite ambigüedades y encorsetamientos.

  La mirada y la falta de entendimiento se hacen bucle cuando algunas personas tienen enfrente a otra a la que le ha descubierto sus ojos de Guadiana interpretando que esto es bueno ahora y luego lo mismo no lo es.  La forma de este bucle se describe por si sola: incomprensión, encorsetamiento, subjetividad, falta de empatía, rigidez, inseguridad, sin interrupciones….

Toda esta reflexión me surge al ver como cada vez más la rigidez en los comportamientos y las valoraciones que se hacen están nutridos en el pensamiento único alimentado de ítems enlatados sin opción a otras respuestas que no sean las que están previamente programadas, queriendo emular una inteligencia artificial que deshumaniza y está perdiendo todo atisbo de ética en nuestras relaciones.

Con este tipo de relaciones y actitudes, “nos define un volátil entramado de cegueras y clarividencias”. Y lo más preocupante es llegar a compartir la conclusión de “dime que entiendes y atiendes y te diré quién eres”, al analizar el bucle de la incomprensión. 

jueves, 4 de mayo de 2023


         Nos llevan varias semanas recordando desde todos los medios de comunicación la celebración del día de la madre, una fiesta instaurada en nuestro calendario que marca la estela de los hábitos consumistas.  Lo que era un día de reconocimiento a las madres, se ha convertido en otra fiesta del consumo.

          Los centros comerciales le sacan partido, con sus ofertas de regalos especiales y hasta las loterías nacionales sacan su premio extraordinario del día, este año con el eslogan “si me toca le arreglo la casa del pueblo a mis padres”. No hay límites para el  consumo. Todo es posible en este día.

Esta programación teledirigida al gasto compulsivo justificando la importancia de las madres también se puede realizar revirtiendo los regalos, siendo los hijos los que recibiéramos   todos los que nuestras madres nos han ido dejando desde el legado de los primeros pasos de nuestra vida, regalos envueltos en sabiduría, fortaleza, paciencia, presencia y amor incondicional. Sin olvidar su protección en todo el proceso de nuestro crecimiento y su generosidad enseñándonos a ser libres.

          Cuando nuestras madres ya no están con nosotr@s, recibir regalos revertidos es aún más especial. Recordar su permanente sonrisa, la serenidad y paciencia que dejó en el sillón en el que ahora tú te sientas, el camino que recorriste junto a ella de forma pausada y segura, esa conversación llena de consejos, las canciones coreadas con su voz acompasada, esos escritos y apuntes de su historia de vida y cada cumpleaños celebrando un año más de estar a su lado …. Todo un lujo en el envoltorio del único y más valioso regalo que es haber tenido el privilegio de ser su  hijo ó hija.

martes, 2 de agosto de 2022


 

Es una realidad que a los servicios de nuestras administraciones no  se puede acceder sin cita previa.  Y para ello se ha institucionalizado la petición de dicha cita a través de internet o llamadas de teléfono a números programados. Pero y  si se carece de internet o teléfono? , ¿qué otra opción existe?

Desde este escenario empieza mi aventura esta mañana. Acudo a la administración autonómica de hacienda para gestionar unos trámites necesarios con la  cumplimentación de los formularios diseñados para hacer efectiva mi solicitud. Me dirijo a la puerta de entrada donde se encuentra el vigilante de turno que me pregunta a dónde voy. Le indico la sección e inmediatamente saca su listado de usuarios a la vez que me pregunta si tengo cita. Le digo que no la tengo y sin dudarlo cual máquina automática me recita el protocolo: “si no tiene cita, tiene que solicitarla o por internet o a través de llamada telefónica” y a su vez me acerca un papelito con la dirección de internet y los números de teléfono a los que he de llamar.  Cuando le digo que no tengo internet ni teléfono, su cara cambia por completo mirándome como si estuviera viendo un extraterrestre. Ante esa circunstancia insólita para él, vuelve la cabeza hacia mi acompañante y le pregunta si tiene teléfono. Al contestarle que tampoco lo tiene, su rostro se transforma totalmente, pensando seguramente que no está ante un extraterrestre sino ante dos.  Se nota que no acaba de creérselo e insiste  de nuevo con la necesidad del teléfono.  De acuerdo, le digo,” pero si no tengo teléfono ¿desde dónde llamo? porque no hay cabinas telefónicas ya para hacerlo”. El joven y casi imberbe vigilante ahora siente que le hablo en chino (¿qué es eso de la cabina telefónica?,   me imagino que se está  preguntando).  Constatado, dos extraterrestres hablando a un vigilante en lenguaje de otro mundo.

Al no tener ante mis carencias respuesta por su parte y ver la insistencia de pedir cita por la mía, con la intención de dirigirme  a la sección correspondiente, consulta  a su vigilante  superior, que no da crédito a mi circunstancia  ni tiene argumentos para impedirme la entrada, ante lo cual, me indica que pase a la ventanilla de información y pida allí la cita. Pasamos, bajo las normas de la siguiente parte del protocolo, dejando carpetas, bolsos por la cinta de control de seguridad y en este caso mirándonos de forma más exhaustiva si cabe que al resto. No olvidemos que entran dos extraterrestres en el edificio.

Una  vez en el hall del edificio, sin perdernos de vista los vigilantes, acudo a la ventanilla de  información, donde el funcionario de turno, con cara de pocos amigos y ganas de acabar su jornada de trabajo, me pregunta qué deseo. Le digo que me envía el vigilante a pedir cita para la sección de hacienda. Ante esta demanda tan absurda para él, me repite el protocolo: “tiene que llamar por teléfono ó pedirlo por internet”.  Ya en mi posición de extraterrestre consolidada, le repito de nuevo que carezco de ambos servicios. Con cara de menos amigos que la del inicio de la conversación, me contesta: “pues Vd verá, pero  no le van a atender sin cita”.

Lo vi muy claro, sin plan B por parte de ninguno de los funcionarios, me dirijo a la sección de hacienda para pedir directamente la cita. Es entonces cuando corriendo se me acerca el vigilante jefe para indicarme que no puedo pasar allí.  Le digo que en información no me han dado respuesta ni cita y por eso voy a solicitarla personalmente porque no tengo otra opción. Si no me deja pasar, mi pensamiento de extraterrestre, se centra en pedirle su teléfono para llamar.  Viendo que seguía caminando hacia la sección, me dice: “de acuerdo pase, pero sin carpeta” (esto es porque no saben bien lo que los extraterrestres llevamos entre manos) . “Cómo que sin carpeta y porqué”, le digo.  “Que se las recoja su acompañante (a quien por supuesto no deja pasar)”, me dice.  Esto ya es surrealista  total.  “Mire, no voy a dejar las carpetas a nadie y voy a pasar”, le digo. “Vale, vale, pero pase usted  sola”, me indica y se queda vigilando tanto mis pasos, como los movimientos de mi acompañante.

Entro finalmente en la sección de hacienda donde me atiende el funcionario de la lista de citas, dando por hecho que llego allí con la mía. Me pide el nombre y le digo que no la tengo y que voy a pedirla. Otra vez tengo que escuchar el protocolo y de nuevo respondo de mis carencias. Sin demora  me indica que espere y se comunica con la funcionaria citadora de citas que presunta y posiblemente ha sido avisada desde  teléfono interno por el  vigilante jefe de la visita de una extraterrestre. Me atiende amablemente, pidiéndome el motivo de la cita  y tras entrar en su despacho, la formaliza, imprime y me la entrega en formato logotipado,  con el día y la hora a acudir.

Se despide diciéndome que si le doy mi correo electrónico, me mandará un email recordándomelo. “Es que no tengo internet”, le digo. Es entonces cuando veo en su cara su recuerdo de que soy extraterrestre. “No pasa nada, sin problema,”, me dice.       

Si en todo este proceso, suena un teléfono, estoy segura que me registran.

He podido comprobar cómo sin internet ni teléfono,  nos deshumanizan y convierten  en seres extraños, a los que no nos entienden, nos miran raro y por supuesto no nos creen. Es evidente que se necesitan protocolos menos informatizados y más humanos.

 

martes, 5 de julio de 2022


 

A menudo en los procesos de cambio de nuestras vidas, en momentos traumáticos o ante la pérdida de seres queridos, nos intentamos consolar con la conocida frase “hay que seguir adelante, que la vida continúa” … porque no se detiene, porque como nos canta Serrat: “Todo pasa y todo queda y lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos…”

            Pero también es cierto que la vida es un relato lleno de párrafos, con sus puntos seguidos y sus puntos y aparte. En el punto y seguido de nuestro relato vital separamos hechos para comenzar con otros incluidos dentro del mismo párrafo. 

            En el punto y aparte sin abandonar el argumento, cambiamos de escenario. Su utilidad se hace necesaria y ayuda a no perder el interés, no hacerse repetitivo y por el contrario propiciar una diferencia en el razonamiento que se estaba siguiendo.

            Es así como la vida utiliza en los relatos de ausencias sus puntos y seguidos envueltos de recuerdos, sonidos, charlas, sonrisas, nostalgias…. pero necesita hacer uso de sus puntos y aparte, porque todo cambia, nada es igual. Y aunque permanezcan los lugares y los recuerdos, los puntos y seguidos cada vez han de dar paso a los puntos y aparte evitando así que nuestros razonamientos se alarguen y enquisten argumentos que impidan continuar en la lectura sosegada de nuestra vida.

miércoles, 9 de junio de 2021

 

    Sabíamos de las costumbres de los ratones merodeando entre alcantarillas y saliendo a la superficie en busca de toda clase de alimentos. Sabíamos del tópico de su afición a mordisquear quesos a escondidas y como se escabullen por los agujeros más diminutos que encuentran a su paso. Sabíamos y sabemos que los ratones acechan por las esquinas, salen, miran, reconocen los alrededores de sus madrigueras y entran de nuevo a disfrutar de los manjares que recogen.

            Creíamos que lo sabíamos todo de los ratones, hasta que un día uno de ellos se escabulló entre el hueco de un enchufe olvidado y se adentró en el despacho de una funcionaria, inspeccionó los archivos, recorrió expedientes, buscó comida hasta encontrar el manjar de bombones escondidos, los degustó  y como postre se  entretuvo royendo obsoletos expedientes de papel, dejando a su paso su impronta característica de diminutos excrementos.

          Y llegados a este momento del relato no podemos por menos que reflexionar sobre lo ocurrido:

¿Cómo ha aparecido  este  ratón  en el despacho de la funcionaria más animalista de la plantilla y  la más reticente a eliminar el papel de los archivos?

¿Qué tienen esos archivos que tanto interés ha suscitado en este animal y qué mensaje trae con su visita inesperada?

¿Hay otra realidad detrás del papel que interese tanto al inoportuno ratón?

¿Ha venido por iniciativa propia ó ha sido enviado por alguien?

¿Ha encontrado lo que buscaba ó buscando encontró lo que no quería?

Y  lo que más inquieta, ¿volverá?. Para evitar que esto ocurra, se activó el protocolo de tapado de agujeros, colocación de trampas y limpieza exhaustiva de restos del festejo. Con todo este procedimiento, el ratón desaparece.

            Desaparecen su rastro  pero  surgen nuevas elucubraciones: ¿realmente era un animal perdido en busca de comida ó la comida fue una excusa para  hacer desaparecer los archivos de papel que tienen  que estar ya eliminados? Las huellas de sus dientes delatan más animadversión que gusto y sin duda el susodicho se ha delatado como defensor del archivo digital. 

            En esta conversión el  ratón funcionario, se aparece de nuevo. Ahora haciendo de las suyas precisamente en  el ordenador de la misma funcionaria a la que atacó sus expedientes.  Pulula por la pantalla, actualizándose todos los días, le impide fichar, tan pronto le saluda como desaparece y deja un hueco negro en busca de la señal perdida.  Otra vez a poner en marchar nuevos servicios de limpieza  en el viejo ordenador, saliendo, entrando , reiniciando en busca de la señal perdida , e instalando finalmente  uno nuevo. En la  nueva morada seguro que desaparece el maldito ratón. Pues no. Saluda , da la bienvenida y se  presenta  como portero pidiendo la contraseña. Anda que no ha aprendido el ratoncito. ..

           Nuevos  funcionarios  acuden al auxilio para que la señal vuelva y por fin se pueda entrar a la morada  del registro digital.  Pero me temo que de las artimañas de este nuevo ratón reconvertido no nos salvamos. Seguirá haciendo de las suyas seguro. Que nos pillen confesados a todos ...




jueves, 4 de febrero de 2021


 

 El maullido es la voz que caracteriza a los gatos  Siempre ha sido una de las  formas de expresarse y comunicarse con sus colegas felinos y sus dueños. Como el resto de los seres vivos algunos son más precoces que otros y empiezan pronto a lanzar sus maullidos a diestro y siniestro. Excepto mi gata Leo que cuando  la llamo, me mira, se acerca, mueve la cola, ronronea, pero no dice ni mu.

         Será que es pequeña aún, me decía yo. Ya maullará…. Pero después de año y medio de vida, su hermano gemelo maúlla y maúlla como una cotorra y Leo sin emitir un sonido. 

         Descartada su sordera, a ver si es autista, pienso , que  como la recogí en el  abandono igual tiene un trauma ó le están haciendo bullying sus colegas felinos. Esto no es normal.  Me preocupa su largo silencio. Así que, decido llevarla al veterinario. Necesita logopeda  seguro, me digo. La recojo en su trasportín y ya en el coche, una vez que oye el sonido del motor, de repente oigo un fuerte y largo maullido. No me lo puedo creer, mi gata habla. Terapia de choque casera, no programada. Funciona.

         Ahora maúlla y maúlla, aunque bajito para no quedar mucho en evidencia. Por si tiene que utilizar de nuevo su silencio para  llamar la atención.

         La experiencia con mi gata me recuerda a la del abuelo de mi  amiga que en una ocasión también perdió la voz  y preocupada la familia, lo llevan al médico de urgencias y una vez allí, cuando  le pregunta su doctor  qué es lo que le pasa , contesta sin problema que no sabe pero que de repente dejó de hablar. Terapia de acercamiento médico ante llamadas de atención sistemáticas. Funciona.

         Les pasa a los gatos, les pasa a los humanos. El autismo selectivo existe. Las llamadas de atención cada uno las manifiesta de diferentes formas. Pero ante la terapia de choque funciona, si me pones en apuros, te hablo, te maúllo y si es necesario canto la Traviata.

martes, 10 de septiembre de 2019

          Después de largos meses de ausencia, me acerco de nuevo a desempolvar los muebles abandonados, abrir puertas y ventanas, correr cortinas y dejar que entre de nuevo la luz que había apagado en este rincón.
         Son muchas las experiencias vividas y muchos los puntos de inflexión. Hay un antes y un después de cada instante, cada experiencia y cada ausencia. Pero lo esencial siempre queda y permanecerá.
         Nunca he dejado de ser fiel al “pienso luego insisto” con el que titulé este blog. Por eso  al abrir de nuevo esta puerta he querido hacerlo con  la visita  a un  mercado callejero. Hacía tiempo que no lo hacía. Una  mañana calurosa y ociosa de este verano me ha invitado a caminar entre sus puestos, su gente y sus variopintos vendedores.
         Nada más entrar, oigo al primer vendedor ofreciendo “la percha entera, a 10 euritos” “Vamos que hoy toca calidad”, añade. Empezamos bien, me digo. Esto promete. Sin apenas poder ver la percha entera, desde el puesto de al lado, me llevan a la playa por 5 euros con todas las toallas, “mejores que las de Portugal” “que si se entera mi suegra, me quita la chica”, grita su vendedor. Me detengo a ver las maravillosas toallas, pero no puedo permanecer mucho tiempo porque desde el fondo oigo como alguien grita aún más, bajando el precio de lo suyo.  “Vamos chicas que lo rebajo, antes era a 5 y te lo dejo todo a 2 euros. Hoy la que entiende, aprovecha”….
          Las ofertas se están poniendo cada vez más interesantes. Pero no pasan dos segundos cuando surge la contraoferta, mucho más sugerente. Entre vestidos, pantalones, blusas, camisetas, sale una señora, elevando su voz “liquidando”. “Lo liquido todo”, dice y “cuando tenga para el divorcio me marcho a Miami “. Aquí me tengo que detener. Esta mujer  no tiene precio, no cabe duda. Y creo que es más auténtica que el género que vende. Cuando me tiene en su punto de mira, se acerca sonriente y me dice: “Vamos nena, que lo tengo todo, de todas las tallas con todos  los talles, talle alto, talle bajo”…. Seguro que si le pregunto, me oferta además el mejor viaje a Miami.
         Camino entre el murmullo  de la  gente e  intento salir a un lugar más relajado. Oigo, ahora más bajito, desde el fondo de un decorado de cojines de múltiples colores una voz cameladora que me saluda: “hola, soy Edu, Feliz Navidad “. ¿Cómo? ¿Llegó la Navidad? Por fin la paz, me digo. Prefiero no quedarme porque si continúo, me temo que llegaré al puesto de los turrones y mazapanes y ahí seguro que me pierdo.
         Ya fuera del recinto del mercado, me acerco a un bar cercano  para tomarme una cerveza. Necesito relajarme. Busco un  periódico que acompañe mi rato de relax. Empiezo a caminar por sus páginas y creyendo haber salido  de la marabunta  del mercado  me encuentro  con otro  . Este me supera.
         Pasan por mis ojos, políticos vendiendo palabras, apretones de manos, sonrisas ficticias, pactos, coaliciones, colaboraciones, vicepresidencias, ministerios….  Estos sí  que se lo quitan  de las manos.  Unos se levantan de los sillones, otros  buscan sillas y huyen de los puestos de decoración. Todos luchan con material social y de pura izquierda, dicen. Pero nada es suficiente, quieren más. Que no se fían dicen  y tampoco fían nada. Que se abstienen y que no les quedará otro remedio que comprarse, que el no es no  y no hay tal vez si tú no cambias y si cambias puede que si, puede que no, que no te apoyo gratis, que si te pones así me voy a las elecciones y te dejo.
         Este mercado ha logrado agobiarme. Necesito respirar. Vuelvo al que dejé. Me quedaré en el puesto de Edu. “Feliz Navidad” .Y después de navidad igual me marcho a Miami con la vendedora de los pantalones.
domingo, 21 de mayo de 2017

        
Este país, aunque sus dirigentes lo nieguen, vive “tiempos de precariedad y falta de oportunidades”, como acertadamente refleja el Informe sobre el estado social de la nación 2017, publicado por la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales.
La pobreza coyuntural que al inicio de la crisis reclamaba ayudas de emergencia se ha transformado en estructural, se ha cronificado con cada día más familias excluidas del mercado laboral sin recursos suficientes para mantener todas  necesidades básicas cubiertas. 
Las políticas de austeridad y recortes han minado los cimientos sociales convirtiendo sus estructuras en apoyos coyunturales. Cada vez son más los recursos privados y menos los públicos. Y frente a todos ellos se encuentra el profesional “dispensador de ayudas” al que se le demanda coordinación en la gestión. El modelo lineal de intervención basado en el binomio necesidad-recurso, vuelve a ser el más útil en las administraciones neoliberales y el que más  justifica sus políticas  asistencialistas. Y  el que menos necesita de profesionales del trabajo social que trabajan desde la práctica de promoción  del cambio , el desarrollo social, la cohesión social, el fortalecimiento y la liberación de las personas y bajo los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad e involucrando a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar (Art 5 Cd de TS )                Actualmente la función  que se le encomienda a los profesionales de los servicios sociales se centra  sobre todo en el ejercicio de su  burocracia dispensadora de recursos . Y como los servicios sociales públicos han aniquilado sus recursos, se alían con los privados abanderando la coordinación necesaria.  Si bien muchos de los servicios privados son útiles y eficaces en sus protocolos de coordinación con los públicos, no lo son otros envueltos en prácticas benefactoras.
Tradicionalmente la cobertura de las  necesidades más básicas han sido objeto de las instituciones de caridad y beneficencia.  Aunque la actual legislación en materia de Servicios Sociales establece igualmente  objetivos  encaminadas a satisfacer  dichas  necesidades básicas, no podemos  olvidar el objetivo último de las acciones de los diferentes sistemas de protección social buscando  la consecución de la autorrealización de las personas, con acciones trasformadoras realizadas de modo sistemático y técnico
¿Cómo coordinar derechos sociales con acciones benéfico-asistenciales? Para el profesional del trabajo social “abuelo cebolleta” que certeramente describe Belén Navarro en su post "Confesiones de una abuela cebolleta", es complicado porque a los trabajadores sociales “cebolletas” nos cuesta integrar la caridad en el derecho, la beneficencia en  la solidaridad y la dádiva en el legítimo recurso
No es nada fácil coordinar la pobreza cuando se trata de sacarla de nuestra sociedad y sus ciudadanos a golpe de lotes de alimentos, ayudas de alquiler ,de luz, combustible y agua redondeadas en una cantidad única sin derecho a gastar más de lo que establece las ordenanzas. No es fácil coordinar la justicia social con los repartos asistenciales. Es difícil coordinar técnicas profesionalizadas con personalismos y  “buenismos” particulares.
A los profesionales “cebolletas” nos cuesta enfrentarnos como al personaje “Philomeno” del último libro de Alejandro Rodriguez Robbledino ( de lectura altamente recomedada) cuando   se nos presenta el  “benefactor del usuario x al que ayuda con alimentos, ropa y dinero para las chucherías de los niños, y pide “coordinar su caridad” con su  mal interpretada gestión de las prestaciones públicas sin en ningún momento desmarcarse de “dádivas necesarias” para continuar protegiendo a “su pobre  familia” 
Y  si la carencia es afectiva, ¿cómo coordinar las pobreza emocional que dejan tras de sí las pobrezas económicas? Ambas, pobreza económica y pobreza afectiva no son más que producto de la pobreza de derechos, valores y ética.
Para coordinar las acciones que palien la pobreza, no todo vale y sobre todo no todos valen. Y a los profesionales del trabajo social creo nos toca ahora más que nunca  además de  impartir justicia social, reparar lo injusto y no amparar coordinaciones desintegradoras y excluyentes


sábado, 4 de febrero de 2017


           

              Ya nos venían anunciando los hombres y mujeres del tiempo que iba a llover pero cuando la anunció nuestro presidente (ver) se hizo la luz y nos deslumbró comunicando que bajará  el recibo de nuestra susodicha luz  de cada día. Efectivamente está lloviendo sin necesidad de sacar a ninguna virgen milagrosa. Con la palabra presidencial ha sido suficiente.  Y ante estos hechos,  ya todos tranquilos. 

        Ya sabemos que al llover pagaremos menos en el recibo de la luz y yo deduzco que con la que está cayendo (bendita lluvia) este mes  nos saldrá gratis  y si sigue lloviendo además de acumular el agua necesaria en los pantanos, podremos  acumular   las ganancias y los  siguientes meses gratis también.
          Si nieva como vaticinan los meteorólogos  yo calculo que con tanta ganancia podremos perfectamente cotizar en bolsa. Y esto ya son palabras mayores. Remontamos la crisis seguro. Se venderán coches eléctricos como churros, abriremos tiendas y más tiendas de electrodomésticos, empezaremos a trabajar de noche sin necesidad de  tarifa nocturna y hablaremos de tú a tú con las compañías eléctricas sin  intermediarios.
 
          Que no salga el sol por favor ni por Antequera.  Y si a alguien se le ocurre pensar en la primavera o en el verano calentito sin más agua que la del sudor de “la  calor”, que lo haga a solas en su intimidad, que no se lo cuente a nadie no siendo que las palabras benefactoras del presidente se disipen entre las conversaciones ansiosas de sol.

Pues eso, que  siga lloviendo y lloviendo, que de esta nos hacemos millonarios y a ver quién es el guapo que no se apunta.

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