lunes, 5 de septiembre de 2011
         
               Desde que nacemos pasamos nuestra vida viendo, conociendo y aprendiendo. En este último cometido tienen protagonismo  fundamental los abuelos, que en ausencia de los padres nos inician también en los  “veres y saberes”  de este mundo.
            Quiero traer aquí la escena que me brindaron días pasados una abuela y su nieta en un centro comercial. Entre anuncios de megafonía de las rebajas más rebajadas del año, oigo como esta abuela invita a la niña  a subir a una tarima donde se asienta una maniquí: “Sube que no pasa nada”. le dice a la niña que  temerosa, se agarra con fuerza  a la abuela. “Vamos, sube, tócala que no hace nada”, le insiste, dándole confianza: “Mira esta es una señorita ¿ves? tiene un  vestido y  chaqueta. Acércate, tócale el pié  y dile hola”, añade. Para ayudar a su nieta ella misma se sube a la tarima, siendo seguida por la menor  que finalmente toca a la maniquí y le dice hola. Al no ser contestada mira a su abuela pidiéndole explicaciones sobre la actitud mal educada de la maniquí en cuestión. “No te contesta porque es de madera”  le dice la abuela invitándola  a  tocarla  de nuevo.
            Tranquila y desinhibida, la niña corretea por todas las dependencias siendo  seguida por la abuela en la búsqueda y captura de nuevas maniquíes. A todas las que encuentra saluda: “hola, hola, hola” repite sin parar, hasta que se tropieza con  un maniquí masculino. Se detiene y deja de hablar. “Este es un señor, mira, tiene pantalones y camisa” le dice la abuela. De repente sale por detrás de este maniquí un dependiente que saluda sonriente a la niña. Ésta, asustada huye hacia la abuela gritando: “Este maniquí habla, no es de madera”. 
Sin más explicaciones y dando por finalizado el juego, la abuela se concentra ahora en el encuentro con  la madre de la menor que sale de los probadores.
Abuela, en ese momento hubiera sido necesaria una ampliación de su pedagogía  ya que todo menor necesita poder diferenciar  a los “personajes de madera” que no se  mueven y  mantienen en la tarima esperando a que los contemplen de los que no teniendo madera en su constitución se mantienen estáticos y mudos como un maniquí y los que con esa mezcla de maniquí y humano nos obsequian con sus sonrisas y saludos esperando nuestras peticiones.
 Esto no se hace, abuela  porque nos podemos encontrar en un futuro con una una revuelta de jóvenes que no han recibido las explicaciones adecuadas en el momento oportuno.




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